Ubicada en una “hoya” rodeada de montañas, La historia de Málaga es compleja por la dificultosa comunicación con el interior, siendo su principal enlace con los demás pueblos (hasta que se desarrollaron las comunicaciones) por mar, a través del puerto.
Los fenicios fueron los primeros en pisar las tierras malagueñas. Ellos encaminaron el proceso de la civilización de las poblaciones indígenas malagueñas con su comercio, su moneda y alfabeto, y eso no es todo, también mejoraron la agricultura e empezaron a trabajar la metalurgia del hierro, el trabajo de los metales preciosos y la transformación artesanal de las pesquerías. Ellos fundaron Malaka, cuyo primer asentamiento estaba situado a los pies del monte Gibralfaro, en donde hoy se encuentra la Alcazaba de Málaga. Durante el tiempo en el que Cartago estaba dominando el Mediterráneo, Málaga experimentó un destacable desarrollo en sus fortificaciones a la vez que se iba consolidando el puerto.
Algún tiempo más tarde llegaron los griegos y, posteriormente, los romanos que hicieron posible que la ciudad cuente con el entramado urbano actual y la comunicación con Sevilla y Granada. En la época que los romanos estaban en la ciudad, pasó a llamarse Malaca. Los historiadores dicen que, por aquel entonces, ese recinto romano tendría unos 6000 metros cuadrados y en el vivirían unas 3000 personas. La ciudad estaría defendida por las murallas y un pasadizo entre ésta y el muro fenicio. En la colina de la Alcazaba estarían ubicados el templo, el teatro, etc… que eran parte de una ordenación dispuesta en terrazas escalonadas sobre la ladera del monte Gibralfaro. Málaga es un lugar muy importante en la Historia porque hay una gran cantidad de yacimientos encontrados, entre los que destaca el teatro romano descubierto en 1951.
Después de 6 siglos de romanización y otros tres de dominación por los bizantinos y visigodos, el Islam conquista la Península Ibérica y, con ella, la zona de Málaga. El tiempo que los musulmanes dominaron la ciudad vivió uno de sus mejores momentos, destacando en el ámbito comercial, situándose a la cabeza de la economía del reino. Una buena época que acabaría con la guerra por la conquista del Reino de Granada. Fue durante la época nazarí cuando se consolidó la organización y humanización de Málaga. La producción agrícola es tan importante que llegaron a exportarse variados productos entre los cuales podemos destacar: el aceite, las pasas, los higos, las almendras, o la seda, que serán canalizados por el puerto de la mano de los italianos que se asentaron en la ciudad y organizaron los mercados con el Noroeste de Europa, construyendo además un fuerte llamado Castil de Genoveses, que fue parte de la estructura urbana de la ciudad hasta principios del siglo XVII.
La Málaga de la época nazarí tenía una estructura urbana distribuido basado en el concepto islámico de ciudad: un núcleo principal (la Medina), una fortaleza defensiva junto a la residencia del poder que en la actualidad es el conjunto de (La Alcazaba-Castillo de Gibralfaro) y las zonas de crecimiento en extramuros (los “arrabales”). La Medina (Centro histórico en la actualidad) contemplaba funciones religiosas, comerciales y militares. El espacio de poder se encontraba en lo que hoy es el complejo Alcazaba-Castillo de Gibralfaro (actualmente muy bien conservado y un lugar emblemático que sin duda debes ver en Málaga). La Alcazaba, fortaleza acotada y privada y que se completa con el Castillo y las “corachas” que eran estructuras fortificadas constituidas por una o dos murallas que partían del recinto fortificado. Hay historiadores que afirman que existieron dos arrabales: el de la Fontanella, que se extendía desde la Puerta de Antequera a la Puerta de Granada; y el de los tratantes de Paja, llamado así por el geógrafo Al-Idrisi de origen islámico, que se extendía al oeste del Guadalmedina, comprendiendo los barrios del Perchel y de la Trinidad.
Málaga se une a la Corona de Castilla en 1487 después de que fuese asediada y obligada a ceder por el hambre. En esta nueva época se produjeron alteraciones en la forma de construir la ciudad, aunque esta subsistiría gran parte del entramado árabe. Los cristianos reorganizaron la ciudad con el fin de adaptarla a sus necesidades y costumbres, aunque fue en las nuevas construcciones, en la zona de expansión, donde se veía con más intensidad la nueva arquitectura. Se sustituyeron mezquitas por iglesias y se construyeron nuevos edificios con fines religiosos, de los que muchos fueron conventos. Un acontecimiento relevante de la época en la ciudad intramuros fue la apertura de calle Nueva, construida en 1491, para unirla a la Plaza Mayor (actual Plaza de la Constitución) con la zona portuaria y dar una rápida salida al tráfico generado por el puerto. Los conventos que merecen la pena conocer son los construidos a las afueras de la ciudad (camino de Granada, camino de Antequera, Camino de Casabermeja…). Son los conventos de la Victoria, de la Trinidad, de Capuchinos, de San Andrés y de Santo Domingo, actualmente, y como es lógico, todos dentro de la Málaga actual.
A continuación, la capital vuelve a sufrir un crecimiento económico con el impulso de la ganadería y agricultura. Al sector agrícola se suman los cultivos de cereales y los viñedos. Un nuevo impulso comercial que consiguió atraer a un gran número de extranjeros a Málaga que, en el siglo XVIII, suponían el 5% de la población. Tanto en el siglo XVII como en el XVIII, en los barrios del Perchel y de la Trinidad se desarrollaron nuevas construcciones, los “corralones”, que eran bienes raíces organizados en torno a un patio central y plurifamiliares. Actualmente todavía existen algunos en uso. Y es que en el siglo XVIII se produjo un notable auge urbano y cambios relevantes con grandes obras públicas. El origen de este suceso está en el gran crecimiento demográfico, alcanzando la cifra en 1789 de casi 50.000 habitantes. Pero también se debe a que se expandió el sector de la agricultura y del comercio, los cambios de ideologías, las nuevas instituciones (Consulado Marítimo y Terreste o la Sociedad Económica de Amigos del Paîs), la pérdida de la supremacía de los gremios a favor de la burguesía comercial…. Todos estos fueron los motivos que ocasionaron grandes cambios urbanos, conllevando pérdida de valor de las estructuras militares (se empezó a demoler la muralla), se fortalece la ciudad conventual, se desarrollan grandes construcciones (la Aduana o el salón de la Alameda), se construyen caminos, se amplío el puerto, etc.
El nacimiento de Málaga tuvo lugar 1833, desde la perspectiva política y administrativa. A la vez, y durante el siglo XIX, fue cuando tuvo un importante protagonismo en el proceso industrial, llegando a ser la segunda provincia, en este sentido, de España (después de Barcelona). El proceso se llevó a cabo de manos de unas cuantas familias (los Loring, los Larios y los Heredias) quienes constituyeron la oligarquía de la burguesía mercantil local. Pero no únicamente impulsaron la industria sino todo lo relacionado con ellas: el ferrocarril Málaga a Córdoba, el Banco de Málaga, las compañías de seguro, etc. Lo que sucedió inmediatamente a causa de este proceso sobre la morfología de la ciudad fueron el asentamiento de fábricas y almacenes así como aparecieron los barrios obreros (Huelin, La Pelusa y El Bulto) sobre todo en la zona oeste, desarrollada por las grandes obras de equipamientos infraestructurales: el ferrocarril y su estación, acabados en 1865; y los diques y muelles del puerto que se ampliaron marcando las actuales líneas básicas, hacia 1895.
Pero una crisis financiera generalizada en el último tercio del siglo XIX consiguió hundir la industria y economía malagueña y que no llego a su fin, hasta la época de los años 60 del siglo pasado. Tiene lugar el fenómeno de desindustrialización el cual, junto a un nuevo crecimiento demográfico, hizo que se produjese un hacinamiento constructivo. Así, la población de Málaga pasó de tener casi 90.000 habitantes en 1870 a tener más de 134.000 en 1887. Este periodo sucedió a la vez que los procesos de desamortización, desarrollados a partir de 1835, así como los de renovación urbana y reforma interior.
La desamortización en Málaga tuvo una especial relevancia, teniendo en cuenta el número de edificios religiosos que existían. Fueron destruidos conventos como los de San Bernardo, Santa Clara, el Ángel, el de Santa María de la Paz, el de las Capuchinas o el de la Merced, entre otros, dando paso a una transformación del núcleo histórico. Se construyeron nuevos edificios civiles, como los que se construyen en los solares de las Atarazanas o en la Alhóndiga. De todos los proyectos de reforma interior el más destacado es la de calle Larios, que comprendía además la construcción de 12 manzanas de edificios. Este proyecto se llevó a cabo gracias a la Sociedad Mercantil “Hijos de Marqués de Larios” y tardó sólo en cuatro años en ejecutarse. Desde su apartura, la calle Larios se ha conservado hasta hoy como la más significativa de la ciudad y ejemplo de una correcta intervención sobre la trama histórica de la ciudad. El Parque también tuvo lugar en esta época y aporta a Málaga calidad medioambiental.
Sin embargo, en este periodo de crisis las carencias en infraestructura se agudizan. Mientras se impuso la dictadura de Primo de Rivera los temas urbanos volvieron a tener interés. Fue entonces cuando aparecieron los núcleos periféricos (El Palo, Torremolinos,…) y las llamadas “casas baratas” en zonas como Carretera de Cádiz, Camino Suárez, Trinidad… siendo Ciudad Jardín la mayor realización residencial de esta etapa de crecimiento. Después de la dictadura, Málaga experimentó nuevamente la distensión urbana. Con la irrupción de la Guerra Civil el proceso urbano se detiene y, acabada esta, empezó el periodo de reconstrucción, que se reflejó en la construcción de cantidad de barriadas “autárquicas” o autosuficientes ubicadas junto a los principales ejes. Fueron construidas por la Administración a través de la Obra Sindical del Hogar y el Instituto de la Vivienda, destacando el barrio de Carranque, construido en 1955 contando con 2161 viviendas. No se produjeron transformaciones de entidad exceptuando el derribo de la manzana de la Marina y la unión del Parque con la Alameda. En esta época se construyen importantes equipamientos de carácter administrativo (la Casa de la Cultura -hoy en dîa derribada-, el Palacio de Justicia, el edificio de Sindicatos, etc.).
A final de los años 50 del siglo XX, tiene lugar un impresionante desarrollo turístico, que conllevó a la entrada de importantes contingentes de emigrantes y que provocó un gran auge constructivo. La población en 1960 superó la cantidad de 300.0000 habitantes y en 1975 era de más de 410.000. Paralelamente a este proceso la economía urbana crece considerablemente. La compleja situación urbana hizo que diversos colectivos empezaran a demandar un nuevo método de construcción.